Han pasado 19 años desde la última vez que vimos a Harrison Ford encarnar al profesor y arqueólogo Indiana Jones. En los últimos tiempos, el rumor sobre una cuarta entrega de la saga reaparecía una y otra vez en los foros especializados, pero nunca acababa de confirmarse. Algunos apuntaban a que Ford no la interpretaría, ya que estaba demasiado mayor (rondaba ya los sesenta años, por aquel entonces).
Sin embargo, el rumor se convirtió en realidad, y tras múltiples cambios de guión, desechando por el camino la idea de basarlo en “The Fate of Atlantis”, a pesar de las súplicas de los fans, ý la confirmación de Harrison Ford como protagonista (nadie más puede ser Indiana Jones), la nueva entrega ya se encuentra en nuestras pantallas.
Pero dejémonos de preámbulos y vayamos al grano. Ha llegado el momento de analizar la cuarta entrega de mi saga cinematográfica favorita. El retorno del aventurero del látigo y el sombrero. Y por cierto, no hay spoilers, así que podéis leer tranquilos. Bienvenido de nuevo, Dr. Jones.
Los años no pasan en balde
Lo primero que salta a la vista la primera vez que aparece en pantalla es que Indy ya no es ningún chaval. Además, teniendo en cuenta la esperanza de vida de la época, es más que evidente que un señor de sesenta y tantos tacos no está para muchos trotes. O al menos, si esto fuera la vida real, pero estamos ante una película, y se impone la norma del “todo vale”.
A pesar de todo, el profesor Jones salta, corre, utiliza su látigo para sortear obstáculos y reparte guantazos a chavales a los que dobla en edad. Dada mi admiración por el personaje, estoy dispuesto a perdonárselo, y aunque es cierto que por su edad ya no encajaría en un papel tan activo, he de reconocer que resulta creíble, sobre todo porque el Harrison Ford se conserva estupendamente.
La madurez de Indy se lleva con dignidad. Él mismo menciona en más de una ocasión que ya no es ningún crío, y aguanta estoicamente que el descarado motorista Mutt Williams (Shia LaBeouff) le llame “abuelo”.
Además de los nuevos personajes, entre los viejos conocidos, tenemos a Marion Ravenwood (Karen Allen), la chica de la primera entrega; aunque no así al sempiterno contrapunto de Indy, el profesor Marcus Brody (ya que el actor que lo interpretaba, Denholm Elliott murió en 1992). En su lugar, George ‘Mac’ McHale (Ray Winstone) será su viejo compañero de aventuras.
Y es que muchos aspectos, esta cinta recuerda a “En Busca del Arca Perdida”, desde la propia ambientación selvática (que evoca irremediablemente el prólogo de dicha película) hasta la ya comentada reaparición de Marion.
Pero también hay, sin embargo, guiños a la relación padre-hijo de “La Última Cruzada”, solo que con los papeles invertidos, ya que ahora Indy adquirirá el papel de mentor de un Shia LaBeouff (sí, es el chaval de “Transformers”) que está empeñado en dárselas de tipo duro.
Argumento
Al contrario que las entregas anteriores, aquí la historia no se abre con ningún prólogo, sino que en pocos minutos estamos metidos en la acción. Esta vez, los malos no son los nazis (algo evidente, ya que la acción está situada en 1957) sino el ejército soviético, que tras un robo en un almacén del Area 51 (el mismo en el que se guarda el Arca de la Alianza en la primera película), se lanzará a la búsqueda de un misterioso poder oculto en una ciudad perdida del Amazonas.
Al frente del comando soviético se encuentra la coronel Irina Spalko (Cate Blanchett), experta en parapsicología y el ojito derecho de Stalin. Su papel no es más que el de ser la desencadenante de la búsqueda, al igual que Walter Donovan en “La Última Cruzada”. No obstante, a Blanchett el papel le va como un guante, aunque he de decir que, en general, en esta película los personajes resultan más planos y menos desarrollados que en las entregas anteriores.
No puedo desvelaros muchos más de la historia pero os diré que, al igual que en entregas anteriores, cuenta con ciertos tintes esotéricos, mitológicos e incluso de ciencia ficción, aunque llevados más al extremo (y el que quiera entender, que entienda). No obstante, el guión es bastante sólido y aceptable, aguantando perfectamente el ritmo de la película, que a lo largo de las dos horas largas de metraje no decae en ningún momento.
Y es que Indiana Jones siempre ha sido puro y buen cine de aventuras, y esta entrega no es ninguna excepción en este aspecto. Civilizaciones perdidas, expolio de tumbas, persecuciones a toda velocidad y el toque justo de humor. Una fórmula que responde a la perfección a pesar de no haber sufrido apenas cambios en veinte años. Y es que si algo funciona ¿Para que cambiarlo?
Conclusiones
No negaré que esta crítica no es en absoluto objetiva, sino fruto de la pasión personal por un personaje. Debo advertir, sin embargo, que aunque me ha sorprendido gratamente (debido a mis bajas expectativas), no creo que esta cuarta entrega supere a ninguna de las de la trilogía original. Aunque quizá esto se deba a que el paso del tiempo ha rodeado a dichas películas de un cierto halo que las hace intocables, algo de lo que esta cuarta entrega carece por el momento.
Esta es una de esas películas que hay que ir a ver al cine, aunque solo sea por respeto a uno de los iconos más famosos de nuestra infancia. No solo es claramente continuista con las entregas anteriores (con múltiples guiños velados a las mismas) sino que no desmerece en absoluto a sus predecesoras. Y eso, hablando de Indiana Jones, quiere decir mucho.
Es cierto que han tardado casi veinte años en hacer esta cuarta parte, pero la espera ha merecido la pena… aunque solo sea por ver otra vez a Indy en pantalla.
También en ion litio…
Indiana Jones Omnibus
Tráiler de ‘Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull’
Indiana Jones and the Fate of Atlantis
Indiana Jones and the Fate of Atlantis (II)